sábado, 21 de marzo de 2009

LA ARQUITECTURA DE W. GROPIUS







Walter Gropius

Walter Gropius (1883-1969), fundador y director de la escuela Bauhaus entre los años 1919 y 1928, había estudiado en Munich y Berlín, donde durante dos años (1908-1910) fue el auxiliar de Peter Behrens. Gropius se independiza y supera al maestro ya en su primer proyecto importante, la Fábrica Fagus (Alfeld-Leine, 1910-14), donde esboza una concepción arquitectónica que desarrollaría durante los años de docencia en la Bauhaus.

La novedad está en el uso que hace de los materiales y en la concepción espacial, presidida por la interrelación entre el interior y el exterior de la construcción a través del muro de cristal. En la fábrica Fagus, Gropius puso abiertamente de manifiesto la pérdida de función de sostén que habían experimentado los muros gracias al empleo del acero y el hormigón armado, sustituyéndolos por grandes cristaleras.

Para Gropius proyectar el espacio es proyectar la existencia y debe ser una actividad social, de grupo, interdisciplinar. Este convencimiento es el que le llevaría a fundar la Bauhaus, donde formula sus principios constructivos. El edificio de la escuela en Dessau (1925-26) fue el proyecto más importante durante aquel periodo y resume brillantemente sus concepciones arquitectónicas, además de ser el campo de experimentación y puesta a punto de una programada síntesis entre artes plásticas, artesanado e industria. El edificio y su equipamiento completo fueron concebidos y realizados en la propia escuela como un trabajo de equipo entre todos sus miembros.

El proyecto es una aplicación directa de la idea de Gropius según la cual construir es diseñar los procesos de la vida. El edificio es así un magnífico ejemplo de organización espacial según las exigencias del racionalismo funcional, es un micromundo adaptado a las necesidades de sus habitantes.

La construcción está formada por tres bloques unidos entre sí -aulas, talleres y dormitorios-, que permiten adecuar los espacios a las diferentes actividades a desarrollar en cada uno de ellos. Talleres y aulas quedan unidos por un puente de hormigón que acoge las dependencias administrativas. Otra construcción longitudinal enlaza el bloque de dormitorios con los talleres y sirve de sede al restaurante, teatro y aula magna.

El resultado se aleja extraordinariamente de todos los edificios docentes que le precedían. Totalmente asimétrico, no posee ningún eje de organización jerarquizada de sus volúmenes, ninguna entrada o fachada principal. No hay punto de vista alguno desde el que se aprecie en su totalidad, sólo una vista aérea posibilita una comprensión del conjunto. La coherencia del edificio no es estética, reside en la función de cada uno de sus cuerpos y la articulación de éstos entre sí. Es la perfecta coordinación de las áreas de trabajo, instrucción, dormitorio, asistencia y ocio, la que le convierte en un edificio ejemplar.

El elemento más novedoso de la construcción es el exterior del bloque de los talleres, formado por una pared ininterrumpida de cristal que permite que la luz entre sin obstáculos. Gropius aquí practica, de forma depurada, los principios que había ido perfilando en sus proyectos de arquitectura industrial (Fagus). Una arquitectura fundada sobre la eficacia instrumental del edificio que debe aportar unas condiciones óptimas para el trabajo, tanto desde el punto de vista técnico como psicológico. El éxito del edificio fue tan grande que se tuvieron que programar las visitas. Se convirtió en santuario de la modernidad al que acudían en peregrinación cientos de alemanes y numerosos extranjeros cada mes.