domingo, 23 de noviembre de 2008

FAUVISMO: MATISSE




EL COLOR EN HENRI MATISSE

1.-Pocos han expresado tan lúcidamente como Matisse la inmediatez de la experiencia del hecho cromático, o sea, el hecho de que el color es capaz de afectarnos por sí mismo, aun al margen de toda figuración.
Acostumbrados a ver el mundo sensible como sistema de formas, límites o perfiles, solemos olvidar que en el mundo de la experiencia humana el color es tan esencial como la línea y el volumen, y muchísimo más adecuado que aquellos para expresar la vida. "Exagerar lo esencial", había recomendado Van Gogh. Para Matisse, lo esencial será justamente el elemento cromático de la pintura.

2.-Lo decorativo, considerado como simple adorno por la estética plástica tradicional, es para Matisse algo esencial. El hombre decora, juega con el color y secundariamente con la línea, llevado por un impulso tan espontáneo y tan insustituible como el que le lleva a cantar, a musicalizar las palabras comunes, y después a danzar. Cantando, primero con palabras y después sin ellas, el hombre responde vital y espontáneamente. De modo análogo juega con las formas plásticas, pero mientras la línea siempre configura objetos o alude a ellos, el color puede ser tan libre de toda intención intelectual figurativa como la música pura. Tal vez sea ése el sentido de la afirmación de Matisse, cuando asegura que expresión y decoración son lo mismo.


“Un cuadro, antes de ser un caballo de batalla, una mujer desnuda o una anécdota cualquiera es, esencialmente, UNA SUPERFICIE PLANA CUBIERTA DE COLORES SEGÚN UN CIERO ORDEN” (Maurice Denis). En esta frase están contenidos los principios esenciales del fauvismo: COLOR, PLANITUD, ORDEN.

a) El valor de la realidad matérica de la pintura por encima de sus contenidos narrativos, privilegiando el color, que es aplicado por el pintor con criterios estructurales, o sea, siguiendo necesidades plásticas y no supeditado a los modelos naturales. Si se declara la pintura como una superficie plana coloreada se renuncia a la búsqueda de la ilusión de realidad. El color ya no es un elemento que imite la naturaleza, sino que el artista lo elige según exigencias expresivas y compositivas que él mismo decide, arbitrariamente.

b) Erigir el color como protagonista casi exclusivo de la obra, significa afirmar el carácter autónomo de la pintura, a la vez que se eleva a principio rector la subjetividad del artista, responsable última de las normas que rigen la composición cromática

c) El color no se distribuye de forma azarosa, sino de acuerdo con sus propiedades estructurales, creándose con él una arquitectura cromática que ordena el lienzo. El concepto de armonía se basa en el equilibrio entre contrastes cromáticos, explorando la oposición entre colores complementarios, entre tonos fríos y cálidos, oscuros y luminosos.

Expresividad del color y orden constructivo son los dos elementos sustanciales de la pintura fauvista.