En la primera década del XX escultores como Alexander ARCHIPENKO (1887 -1964), Constantin BRANCUSI (1876-1957) o Hans ARP (1887-1966), por citar algunos de los más representativos, abandonan la figuración y se adentran en la abstracción y, sobre todo, reformulan la relación entre espacio y masa y se interrogan sobre el significado del espacio. Según Archipenko “la escultura puede empezar cuando el espacio está rodeado por la materia”, a diferencia de lo que entendía la tradición: la escultura empieza cuando la materia toca el espacio.
Preocupaciones similares son las del futurista BOCCIONI con "Formas únicas de la continuidad en el espacio" (1913) y "Desarrollo de una botella en el espacio" o más radicales aún las de Naum GABO que, aparte de incorporar materiales nuevos a la escultura, rechaza la masa física como elemento plástico y considera el espacio como un elemento nuevo y absolutamente escultórico, convirtiéndose el espacio en uno de los principales atributos de la escultura (Manifiesto realista, 1920).
Otros escultores hablan de activar, de dinamizar el espacio creando obras de arte en libre movimiento, hace su aparición así la escultura móvil (Alexader CALDER).
Así, pues, durante el primer tercio del siglo XX la escultura crea un nuevo léxico:
1) Al valorar el vacío o el espacio como elemento o material escultórico,
2) Al abandonar total o parcialmente la representación de la realidad, o, cuando menos, defiende una intensa estilización o sintetización de la forma,
3) Al intentar expresar el movimiento y el tiempo, primero, e incorporar, después, el movimiento real que sustituye a la representación de dicho movimiento.
4) A esto se puede añadir la utilización de nuevos materiales (hormigón, vidrio, acero, chapa, aluminio, plásticos,..) y técnicas nuevas.
El hecho de que en la escultura del s. XX convivan corrientes figurativas, no figurativas o abstractas y otras semifigurativas, o que incluso en la producción de un mismo artista estén presentes todas ellas, como es el caso de Henry MOORE, es un síntoma de que lo esencial no es la representación de la realidad objetual, así como tampoco es esencial dilucidar la preeminencia de los procedimientos técnicos (tallado, modelado, soldadura,...), ni los materiales, sino que toda esta variedad, en todo caso, permite elaborar múltiples objetos que tengan la capacidad de suscitar emociones, de sugerir o evocar mundos expresivos, que es preciso descubrir.
Hay escultores como Brancusi que depura la materia y crea símbolos arquetípicos en lo que parece como una obsesión, como un duro enfrentamiento con la materia y con la representación de la realidad: así, por ejemplo, El beso ( 1907, 1922-40), La señorita Pogany , Maiastra (primer ejemplar 1910). Materiales: mármol, bronce, madera .
En El beso, piedra sin pulir, expresa el bloque material y la esencia del beso en una simplificación extrema, mostrando ya aquí su preferencia por formas elementales, vigorosas. Formal o estilísticamente es una obra "primitivista", esto es, al igual que en las llamadas culturas primitivas la escultura es más una representación que evoca antes que una representación que imita descriptivamente el beso o el acto de besarse. Su carácter volumétrico, su masividad se siente, su sencillez compositiva se impone como una revelación ya en la primera mirada, y no se precisan más miradas. No se narra nada de nadie, ni siquiera nos sentimos implicados emocionalmente. Sólo el volumen, la masa, su textura nos afectan. Este es para Brancusi el lenguaje de la escultura.
Otro aspecto de su producción escultórica es el acabado suave y exquisito, en donde el detalle desaparece, como si la simplicidad revelara la esencia. Parece así expresar en el hecho tangible de la escultura la esencia ideal de las cosas (Maiastra, La señorita Pogany)
Alexander Archipenko (1870-1964) en su Mujer caminando (1912) realiza la primera figura moderna perforada, esto es, en donde el vacío es considerado elemento escultórico.
Boccioni en Formas únicas de la continuidad en el espacio ( 1913) presenta un cuerpo de formas aerodinámicas, marchando hacia adelante, en donde la masa se deforma elásticamente ante la presión de las corrientes atmosféricas, sugiriendo la misma presión atmosférica. Ofrece así el movimiento y el paso del cuerpo por el espacio, atravesándolo.
Al finalizar la primera guerra mundial la vanguardia escultórica ha empezado a eliminar la cáscara superficial y ha hecho emerger el núcleo (Brancusi), ha abierto la masa sólida dando valor al vacío y explora nuevos materiales (Archipenko, los escultores cubistas y cdnstructivistas), incorporando el movimiento y el tiempo (Gabo, escultura cinética, 1920; y los móviles de Alexander Calder)
Tras la segunda guerra mundial citaremos al italiano Marino Marini (1901-1980) con figuras de tosquedad casi primitiva, de estilización extrema y tendentes a la abstracción y al suizo Alberto Giacometti (1901-1966) que crea figuras humanas cuya masa y tridimensionalidad son cuestionadas, son cuerpos filiformes, lineales, cuerpos-cerilla deambulando o plantados en ámbitos solitarios, la textura como goteante de esos cuerpos bidimensionales añade aún más angustia, pues se ofrecen como presencias fantasmales, inaprehensibles, como hechos de materia líquida, fluyente.
Henry Moore es un escultor muy rico en propuestas, oscila entre la figuración y la no figuración, con formas que recuerdan el mundo orgánico de la naturaleza (animales, plantas, esqueletos, fósiles), con texturas desbastadas, pulidas, semipulidas. El espacio agujerea la masa. Su consolidación como escultor arranca desde los años treinta. En sus temas reitera los grupos de madre e hijo, grupo familiar y las figuras recostadas o reclinadas. Los materiales que trabaja son variados: madera, piedra, bronce.
Finalmente, citaremos algunos escultores españoles considerados de primera fila : Julio González (1876-1942), Pablo Gargallo (1881-1934), Jorge Oteiza, Eduardo Chillida.