RECAPITULACIÓN FINAL.-
A mediados del siglo XVIII, apareció una división entre lo clásico y lo romántico. Los clasicistas creían que el arte debía buscar la noble simplicidad y la sosegada grandeza. Los románticos, por el contrario, creían que el arte debe sustentar emociones. El romántico quiere poner de relieve lo local y lo individual frente al universalismo, y lo emotivo frente a lo racional. El romántico defiende la experiencia y romper con el arte mimético y las copias. Dio fuerza, emoción, libertad e imaginación a la clásica corrección de las formas del arte, fue una rebelión contra las convenciones sociales. Aunque los historiadores suelen separar los estilos, lo cierto es que el Romanticismo y el Clasicismo se combinan. Su final podría fijarse con el comienzo del Realismo, aunque resurgirá con el Simbolismo.
jueves, 30 de octubre de 2008
5.-NAZARENOS Y PRERRAFAELISTAS
EL ARTE COMO OFICIO SAGRADO: NAZARENOS Y PRERRAFAELISTAS
Uno de los episodios más curiosos de la nueva estética romántica fue el intento de devolver a la pintura su primitivo sentido religioso, tal y como se creía que se había producido en los antiguos monasterios medievales.
En 1797 se publicó anónimamente en Berlín un folleto con el título de Efusiones del corazón de un monje amante del arte en donde se entiende el arte como sentimentalismo a ultranza, ingenuidad cordial y concepción mística. Esta obra produjo un impacto formidable y tuvo una gran influencia. Y así, pocos años después, en 1809, se formó en Viena la Comunidad de San Lucas, un grupo artístico que trataba de llevar a la práctica ese mismo espíritu artístico cristiano.
Los Nazarenos.-Poco después de su fundación se trasladaron a Roma, donde se instalaron en un monasterio abandonado. Pronto fueron conocidos con el nombre de «Nazarenos», por sus ensoñaciones místico-religiosas.
Característico del grupo fue su condición de comunidad artística fraterna, que, con variaciones, se repetirá en muchos de los posteriores grupos vanguardistas; en general, su espíritu presidirá el modo de relacionarse de los círculos artísticos bohemios, que hallaban en este ambiente de camaradería un modo de resistencia frente al rechazo burgués.
El ideal artístico de los Nazarenos era retornar al arte primitivo de los orígenes del Renacimiento, el de antes de Rafael, tradicionalmente despreciado por considerarse rudo, ingenuo y elemental. Amantes de la pintura decorativa al fresco, donde, además, se podía trabajar en colaboración, estos Nazarenos decoraron algunas estancias de palacios romanos con escenas del Antiguo Testamento o inspiradas en la obra literaria de Ariosto y Tasso, pero también fueron retratistas penetrantes, muy preocupados por captar el alma, la profundidad psicológica de sus modelos.
Los Prerrafaelistas.-Casi medio siglo después, en 1848, otro grupo de artistas fundó en Londres la Hermandad Prerrafaelista, cuya denominación ya indica su voluntad de fijarse también en el arte anterior a Rafael, impugnando el clasicismo tradicional.
A pesar de estas similitudes entre el grupo británico y el germánico de los Nazarenos, hubo entre ellos notables diferencias. También poseían una concepción mística del quehacer artístico, pero sus mentores ideológicos, sus fuentes literarias y su estilo pictórico fueron distintos.
Para entender a este grupo británico, hay que comprender el brutal desarrollo industrial y urbano del Reino Unido desde hacía ya casi un siglo, así como el triunfo social de una ideología burguesa pragmática y positivista, forjada en el comercio, de moral severamente puritana, muy poco espiritual y, desde luego, ajena por completo a las inquietudes artísticas. En este contexto se explica la reacción de aprecio romántico por los ideales caballerescos de la Edad Media, la religiosidad, el sentido poético y la obra artesana.
Desde el punto de vista pictórico, los Prerrafaelistas no fueron homogéneos, pues, entre ellos, hubo desde cultivadores de una especie de hiperrealismo, que podemos calificar de «óptico», ya que su tratamiento del detalle revela la influencia de las modernas lentes de aumento, hasta elegantes y sofisticados simbolistas, que amaban pintar figuras legendarias, de porte estilizado y miradas perdidas, en medio de una atmósfera de cuento de hadas. Citaremos a John Everett Millais (1829-1896) y a Dante Gabriel Rossetti (1828-1882).
Uno de los episodios más curiosos de la nueva estética romántica fue el intento de devolver a la pintura su primitivo sentido religioso, tal y como se creía que se había producido en los antiguos monasterios medievales.
En 1797 se publicó anónimamente en Berlín un folleto con el título de Efusiones del corazón de un monje amante del arte en donde se entiende el arte como sentimentalismo a ultranza, ingenuidad cordial y concepción mística. Esta obra produjo un impacto formidable y tuvo una gran influencia. Y así, pocos años después, en 1809, se formó en Viena la Comunidad de San Lucas, un grupo artístico que trataba de llevar a la práctica ese mismo espíritu artístico cristiano.
Los Nazarenos.-Poco después de su fundación se trasladaron a Roma, donde se instalaron en un monasterio abandonado. Pronto fueron conocidos con el nombre de «Nazarenos», por sus ensoñaciones místico-religiosas.
Característico del grupo fue su condición de comunidad artística fraterna, que, con variaciones, se repetirá en muchos de los posteriores grupos vanguardistas; en general, su espíritu presidirá el modo de relacionarse de los círculos artísticos bohemios, que hallaban en este ambiente de camaradería un modo de resistencia frente al rechazo burgués.
El ideal artístico de los Nazarenos era retornar al arte primitivo de los orígenes del Renacimiento, el de antes de Rafael, tradicionalmente despreciado por considerarse rudo, ingenuo y elemental. Amantes de la pintura decorativa al fresco, donde, además, se podía trabajar en colaboración, estos Nazarenos decoraron algunas estancias de palacios romanos con escenas del Antiguo Testamento o inspiradas en la obra literaria de Ariosto y Tasso, pero también fueron retratistas penetrantes, muy preocupados por captar el alma, la profundidad psicológica de sus modelos.
Los Prerrafaelistas.-Casi medio siglo después, en 1848, otro grupo de artistas fundó en Londres la Hermandad Prerrafaelista, cuya denominación ya indica su voluntad de fijarse también en el arte anterior a Rafael, impugnando el clasicismo tradicional.
A pesar de estas similitudes entre el grupo británico y el germánico de los Nazarenos, hubo entre ellos notables diferencias. También poseían una concepción mística del quehacer artístico, pero sus mentores ideológicos, sus fuentes literarias y su estilo pictórico fueron distintos.
Para entender a este grupo británico, hay que comprender el brutal desarrollo industrial y urbano del Reino Unido desde hacía ya casi un siglo, así como el triunfo social de una ideología burguesa pragmática y positivista, forjada en el comercio, de moral severamente puritana, muy poco espiritual y, desde luego, ajena por completo a las inquietudes artísticas. En este contexto se explica la reacción de aprecio romántico por los ideales caballerescos de la Edad Media, la religiosidad, el sentido poético y la obra artesana.
Desde el punto de vista pictórico, los Prerrafaelistas no fueron homogéneos, pues, entre ellos, hubo desde cultivadores de una especie de hiperrealismo, que podemos calificar de «óptico», ya que su tratamiento del detalle revela la influencia de las modernas lentes de aumento, hasta elegantes y sofisticados simbolistas, que amaban pintar figuras legendarias, de porte estilizado y miradas perdidas, en medio de una atmósfera de cuento de hadas. Citaremos a John Everett Millais (1829-1896) y a Dante Gabriel Rossetti (1828-1882).
4.-PINTURA ROMÁNTICA FRANCESA
EL ROMANTICISMO DEL COLOR: GÉRICAULT Y DELACROIX
Théodore GÉRICAULT (1791-1824) fue una figura típicamente romántica —apasionado, melancólico, rebelde y valiente hasta la temeridad—, que apenas vivió treinta y tres años.
Alcanzó una polémica fama con un cuadro monumental, La balsa de la Medusa (1818), que representaba la terrible peripecia sufrida por unos náufragos frente a las costas de África, los cuales tuvieron que permanecer en medio del océano durante muchos días hasta ser finalmente rescatados. Con esta obra maestra, Géricault culminaba una labor de años empeñada en la representación de temas épicos, de naturaleza trágica, como sus retratos monumentales de jinetes que cabalgan hacia el combate, o el de los heridos que se retiran. Al interesarse por un tema de actualidad, en vez de refugiarse en asuntos legendarios del pasado, Géricault se estaba comportando como un artista moderno, en el sentido que tomó este término durante el siglo XIX: el de modernizar los temas, otorgando a la actualidad el rango artístico que hasta entonces sólo se concedía al pasado mítico.
En 1820, Géricault, que ya había realizado el correspondiente viaje de estudios a Italia en 1816, transportó a Inglaterra su gran cuadro de La Medusa para exhibirlo en una muestra itinerante. Durante este viaje Géricault pudo conocer en directo la novedosa pintura británica y, en especial, se sintió atraído por la obra del paisajista Constable.
Como retratista, Géricault realizó una serie de retratos de alienados, de gran profundidad psicológica. Hasta el final de su carrera, Géricault simultaneó temas de género con asuntos épico-trágicos, dotándolos de una energía que ya no es espiritual, sino que se alimenta del ímpetu salvaje de los instintos. De hecho, fue un excelente pintor animalista, que capta esa fuerza bruta, esa energía animal que los hombres civilizados de nuestra época, encerrados ya en las ciudades y de espaldas a la naturaleza, comenzaban a añorar.
Eugéne DELACROIX (1798-1863) fue otro personaje exaltadamente romántico en espíritu, temperamento, aficiones y modo de vivir. Siete años más joven que Géricault, del que fue amigo y ferviente admirador, Delacroix fue un pintor de radical orientación romántica por su estilo y temas.
Pictóricamente, Delacroix bebió en fuentes artísticas parecidas a las de Géricault, pero, a diferencia de éste, ya no hizo el consabido viaje a Italia. En cambio, muy en la nueva ruta de iniciación romántica, Delacroix viajó, en 1825, a Inglaterra y, en 1832, al norte de África —Argelia y Marruecos—, con una corta visita al sur español, donde escribió esa famosa declaración de que allí, entre los exóticos moros, se hallaban los verdaderos griegos de David, ejemplo del definitivo cambio de gusto.
Se dio a conocer en el Salón de 1822, con La barca de Dante, una escena tomada de la Divina Comedia en la que representa a Dante y a Virgilio atravesando las aguas del Infierno, infestadas de cuerpos convulsos, el primero de una larga serie de cuadros sobre temas de tempestades y naufragios.
Como otros jóvenes contemporáneos, se entusiasmó con la Guerra de Independencia de los griegos, creando de resultas ese monumental cuadro elegíaco de las Matanzas de Quíos (1824). Con la Muerte de Sardanápalo (1827-8), inspirada en un relato de Byron, donde un sátrapa oriental, viéndose perdido ante sus enemigos, ordena a su guardia personal exterminar ante su indolente mirada todos sus bienes, incluidos sus caballos y las mujeres del harén, Delacroix alcanza su cenit en este tipo de historias épicas, de fuerte acento exótico.
Asiste a la Revolución de 1830, una revolución y una fecha cruciales para el triunfo del romanticismo literario y artístico en Francia, y dedica a esta revuelta una alegoría monumental: La libertad guiando al pueblo, donde una mujer, con el pecho desnudo y gorro frigio, conduce, entre barricadas urbanas, a los ciudadanos insurgentes de todas las edades y clases sociales.
En 1834, como evocación de su visita al norte de Africa, pinta Las mujeres de Argel, un cuadro destinado a hacer época y muy imitado por las generaciones posteriores, pues en él se compendian el misterio de un interior cerrado y penumbroso, algo claustrofóbico, con una fuerte sensualidad, marcada por un uso original y brillante de los colores que Delacroix, adelantándose a los impresionistas, emplea ya con contrastes complementarios. Notable retratista, Delacroix fue también un excelente pintor de grandes decoraciones en edificios públicos como La lucha de Jacob con el ángel (1861), en la Iglesia de San Sulpicio de París.
Théodore GÉRICAULT (1791-1824) fue una figura típicamente romántica —apasionado, melancólico, rebelde y valiente hasta la temeridad—, que apenas vivió treinta y tres años.
Alcanzó una polémica fama con un cuadro monumental, La balsa de la Medusa (1818), que representaba la terrible peripecia sufrida por unos náufragos frente a las costas de África, los cuales tuvieron que permanecer en medio del océano durante muchos días hasta ser finalmente rescatados. Con esta obra maestra, Géricault culminaba una labor de años empeñada en la representación de temas épicos, de naturaleza trágica, como sus retratos monumentales de jinetes que cabalgan hacia el combate, o el de los heridos que se retiran. Al interesarse por un tema de actualidad, en vez de refugiarse en asuntos legendarios del pasado, Géricault se estaba comportando como un artista moderno, en el sentido que tomó este término durante el siglo XIX: el de modernizar los temas, otorgando a la actualidad el rango artístico que hasta entonces sólo se concedía al pasado mítico.
En 1820, Géricault, que ya había realizado el correspondiente viaje de estudios a Italia en 1816, transportó a Inglaterra su gran cuadro de La Medusa para exhibirlo en una muestra itinerante. Durante este viaje Géricault pudo conocer en directo la novedosa pintura británica y, en especial, se sintió atraído por la obra del paisajista Constable.
Como retratista, Géricault realizó una serie de retratos de alienados, de gran profundidad psicológica. Hasta el final de su carrera, Géricault simultaneó temas de género con asuntos épico-trágicos, dotándolos de una energía que ya no es espiritual, sino que se alimenta del ímpetu salvaje de los instintos. De hecho, fue un excelente pintor animalista, que capta esa fuerza bruta, esa energía animal que los hombres civilizados de nuestra época, encerrados ya en las ciudades y de espaldas a la naturaleza, comenzaban a añorar.
Eugéne DELACROIX (1798-1863) fue otro personaje exaltadamente romántico en espíritu, temperamento, aficiones y modo de vivir. Siete años más joven que Géricault, del que fue amigo y ferviente admirador, Delacroix fue un pintor de radical orientación romántica por su estilo y temas.
Pictóricamente, Delacroix bebió en fuentes artísticas parecidas a las de Géricault, pero, a diferencia de éste, ya no hizo el consabido viaje a Italia. En cambio, muy en la nueva ruta de iniciación romántica, Delacroix viajó, en 1825, a Inglaterra y, en 1832, al norte de África —Argelia y Marruecos—, con una corta visita al sur español, donde escribió esa famosa declaración de que allí, entre los exóticos moros, se hallaban los verdaderos griegos de David, ejemplo del definitivo cambio de gusto.
Se dio a conocer en el Salón de 1822, con La barca de Dante, una escena tomada de la Divina Comedia en la que representa a Dante y a Virgilio atravesando las aguas del Infierno, infestadas de cuerpos convulsos, el primero de una larga serie de cuadros sobre temas de tempestades y naufragios.
Como otros jóvenes contemporáneos, se entusiasmó con la Guerra de Independencia de los griegos, creando de resultas ese monumental cuadro elegíaco de las Matanzas de Quíos (1824). Con la Muerte de Sardanápalo (1827-8), inspirada en un relato de Byron, donde un sátrapa oriental, viéndose perdido ante sus enemigos, ordena a su guardia personal exterminar ante su indolente mirada todos sus bienes, incluidos sus caballos y las mujeres del harén, Delacroix alcanza su cenit en este tipo de historias épicas, de fuerte acento exótico.
Asiste a la Revolución de 1830, una revolución y una fecha cruciales para el triunfo del romanticismo literario y artístico en Francia, y dedica a esta revuelta una alegoría monumental: La libertad guiando al pueblo, donde una mujer, con el pecho desnudo y gorro frigio, conduce, entre barricadas urbanas, a los ciudadanos insurgentes de todas las edades y clases sociales.
En 1834, como evocación de su visita al norte de Africa, pinta Las mujeres de Argel, un cuadro destinado a hacer época y muy imitado por las generaciones posteriores, pues en él se compendian el misterio de un interior cerrado y penumbroso, algo claustrofóbico, con una fuerte sensualidad, marcada por un uso original y brillante de los colores que Delacroix, adelantándose a los impresionistas, emplea ya con contrastes complementarios. Notable retratista, Delacroix fue también un excelente pintor de grandes decoraciones en edificios públicos como La lucha de Jacob con el ángel (1861), en la Iglesia de San Sulpicio de París.
3.-LA PINTURA ROMÁNTICA ALEMANA
LA PINTURA ROMÁNTICA ALEMANA
Los escritores y artistas alemanes fueron la fuente principal del romanticismo europeo. En el terreno de la pintura hay que destacar la importancia del paisaje romántico alemán y, en especial, las obras de este género pintadas por Caspar David Friedrich, nacido en 1774 y muerto en 1840, aunque lo más interesante de su producción se sitúa a partir del arranque del siglo XIX.
La filosofía romántica era panteísta, lo que significa que identificaba a la naturaleza con Dios. Así se comprende que los románticos situaran el género del paisaje por encima de cualquier otro y, desde luego, de la pintura de historia, pues si a ésta le correspondía la alta misión de narrar en imágenes las acciones memorables de los hombres, en el paisaje quien hablaba era el mismo Dios.
El pintor de paisaje romántico se internaba en la naturaleza buscando en los lugares más recónditos signos de ese lenguaje divino, que luego él representaba, otorgando a cada elemento natural elegido—una roca, una montaña, un árbol, un río, una senda— un carácter simbólico. En esta concepción romántica del paisaje convergieron, por tanto, la observación atenta de la naturaleza salvaje, en el sentido de la naturaleza pura, no contaminada antes por la huella del hombre, y una actitud mística que trataba de reconocer los mensajes del más allá, la lengua del Creador a través de su creación menos distorsionada, la naturaleza ensimismada.
En estas circunstancias, se explica que la contemplación de obras de este tipo produzca una especie de sobrecogimiento, un efecto sublime, que es el concepto estético que corresponde a lo que provoca esa mezcla de fascinación y terror ante lo ilimitado, lo inconmensurable.
Caspar David Friedrich
Entre estos pintores filósofos la figura capital fue Caspar David Friedrich, artista de personalidad introvertida, solitario, hipersensible y que llevó una vida casi de eremita. Friedrich nació en Greifswald, una pequeña ciudad portuaria del mar Báltico, en 1774, por tanto, coetáneo de la generación más relevante de pintores de paisaje románticos, como los británicos Turner y Constable nacidos, respectivamente, en 1775 y 1776.
De religión protestante e imbuido de las corrientes de misticismo pietista, Friedrich enseguida trató de formular una nueva iconología religiosa a través del paisaje, lo que levantó polémicas en la tradición protestante, que era iconoclasta. Todos sus paisajes son evidentes representaciones de lo sagrado, tengan o no cruces u otros signos religiosos explícitos, como catedrales o abadías góticas en ruinas, y los elementos figurativos, sean fragmentos de la naturaleza, hombres o cosas, están cargados de simbolismo. Así, los barcos en el mar simbolizan el transcurso de la vida del hombre; la luna que ilumina la noche marina es la representación simbólica de Jesucristo; los puertos, la llegada de las almas a su destino final, son como los cementerios, el fin del viaje y el paso definitivo al más allá; las anclas y mástiles de los barcos son símbolos de la cruz.
Entre las obras de Friedrich hay que destacar El monje junto al mar (1808-10), donde aparece la solitaria y diminuta figura de un monje en medio de una inmensa playa, cuya insignificancia se hace tanto más patente en medio de las tres monumentales bandas horizontales que lo rodean: la de la tierra, la del mar y la del cielo. El mar de hielo o El naufragio de Esperanza (1823-4), que representa a una fragata de este nombre atrapada por los hielos de un mar polar. En ambas obras, como en casi todas las de Friedrich, se alegoriza la precariedad del destino humano con un tono entre sublime y melancólico, expresión de una experiencia angustiosa.
Los escritores y artistas alemanes fueron la fuente principal del romanticismo europeo. En el terreno de la pintura hay que destacar la importancia del paisaje romántico alemán y, en especial, las obras de este género pintadas por Caspar David Friedrich, nacido en 1774 y muerto en 1840, aunque lo más interesante de su producción se sitúa a partir del arranque del siglo XIX.
La filosofía romántica era panteísta, lo que significa que identificaba a la naturaleza con Dios. Así se comprende que los románticos situaran el género del paisaje por encima de cualquier otro y, desde luego, de la pintura de historia, pues si a ésta le correspondía la alta misión de narrar en imágenes las acciones memorables de los hombres, en el paisaje quien hablaba era el mismo Dios.
El pintor de paisaje romántico se internaba en la naturaleza buscando en los lugares más recónditos signos de ese lenguaje divino, que luego él representaba, otorgando a cada elemento natural elegido—una roca, una montaña, un árbol, un río, una senda— un carácter simbólico. En esta concepción romántica del paisaje convergieron, por tanto, la observación atenta de la naturaleza salvaje, en el sentido de la naturaleza pura, no contaminada antes por la huella del hombre, y una actitud mística que trataba de reconocer los mensajes del más allá, la lengua del Creador a través de su creación menos distorsionada, la naturaleza ensimismada.
En estas circunstancias, se explica que la contemplación de obras de este tipo produzca una especie de sobrecogimiento, un efecto sublime, que es el concepto estético que corresponde a lo que provoca esa mezcla de fascinación y terror ante lo ilimitado, lo inconmensurable.
Caspar David Friedrich
Entre estos pintores filósofos la figura capital fue Caspar David Friedrich, artista de personalidad introvertida, solitario, hipersensible y que llevó una vida casi de eremita. Friedrich nació en Greifswald, una pequeña ciudad portuaria del mar Báltico, en 1774, por tanto, coetáneo de la generación más relevante de pintores de paisaje románticos, como los británicos Turner y Constable nacidos, respectivamente, en 1775 y 1776.
De religión protestante e imbuido de las corrientes de misticismo pietista, Friedrich enseguida trató de formular una nueva iconología religiosa a través del paisaje, lo que levantó polémicas en la tradición protestante, que era iconoclasta. Todos sus paisajes son evidentes representaciones de lo sagrado, tengan o no cruces u otros signos religiosos explícitos, como catedrales o abadías góticas en ruinas, y los elementos figurativos, sean fragmentos de la naturaleza, hombres o cosas, están cargados de simbolismo. Así, los barcos en el mar simbolizan el transcurso de la vida del hombre; la luna que ilumina la noche marina es la representación simbólica de Jesucristo; los puertos, la llegada de las almas a su destino final, son como los cementerios, el fin del viaje y el paso definitivo al más allá; las anclas y mástiles de los barcos son símbolos de la cruz.
Entre las obras de Friedrich hay que destacar El monje junto al mar (1808-10), donde aparece la solitaria y diminuta figura de un monje en medio de una inmensa playa, cuya insignificancia se hace tanto más patente en medio de las tres monumentales bandas horizontales que lo rodean: la de la tierra, la del mar y la del cielo. El mar de hielo o El naufragio de Esperanza (1823-4), que representa a una fragata de este nombre atrapada por los hielos de un mar polar. En ambas obras, como en casi todas las de Friedrich, se alegoriza la precariedad del destino humano con un tono entre sublime y melancólico, expresión de una experiencia angustiosa.
2.-LA PINTURA ROMÁNTICA BRITÁNICA
LA PINTURA ROMÁNTICA BRITÁNICA
El paisaje
LO «SUBLIME» Y LO «PINTORESCO», ALTERNATIVAS A LO «BELLO»
Paisaje de imaginación o mero registro de sensaciones naturales, ninguna de estas dos versiones de la interpretación del paisaje, que encarnaron Turner y Constable, cabía dentro de la concepción tradicional. Las obras de estos dos pintores son ejemplos de lo Sublime o lo Pintoresco, dos conceptos estéticos acuñados en el siglo XVIII como alternativos a la convencional idea de lo bello. Lo SUBLIME era el sentimiento, y su recreación artística de la naturaleza como inconmensurable, grandiosa y terrible a la vez, capaz de dejar anonadado al espectador; con lo PINTORESCO, se buscaba captar a la naturaleza en su manifestación espontánea, valorándose en ella lo que tenía de irregular, caprichosa, imprevisible, pero no desde una perspectiva terrorífica,sino agradable, encantadora.
H. M. W. TURNER (1775-1851) y John CONSTABLE (1776-1837) modernizan el paisaje y, en consecuencia, son los precedentes decisivos para el desarrollo posterior del paisaje realista e impresionista europeo, fundamental, a su vez, para el nacimiento de las vanguardias del siglo XX.
Estos primeros paisajistas británicos trataron de conciliar el paisaje del barroco clasicista ( Poussin y Claudio de Lorena) con el realismo de los holandeses.
Turner era más internacional, teatral y audaz, mientras Constable, fuertemente apegado a su tierra natal, era más observador y conciso. Las audacias técnicas e imaginativas de Turner, muy acordes con el espíritu avasallador del romanticismo, sirvieron para franquear las puertas del arte moderno a cualquier licencia experimental, mientras que la aguda observación de Constable proporcionó lecciones muy precisas para captar y representar los efectos más sutiles que se esconden en la visión natural directa, como, por ejemplo, el repiqueteo de la luz, que se expande a través de pequeñas partículas.
• Los pintores de lo sublime: Fuseli, Blake y Flaxman
Los conceptos estéticos revolucionarios de Sublime y Pintoresco, ya citados, fueron determinantes para acabar de una vez con el ideal clásico de Belleza, hasta entonces considerada como el objeto específico de cualquier obra artística. Ambos conceptos, en la medida que legitimaban lo inconmensurable y lo racionalmente desordenado, ayudaron a cambiar el destino del arte occidental, que hasta entonces había estado regido por la medida y el orden.
La discusión sobre estos asuntos ocupó casi todo el siglo XVIII e influyó en los pensadores y artistas de toda Europa; fue en el Reino Unido donde estos temas alcanzaron mayor difusión crítica y, por tanto, ejercieron mayor influencia.
Henry Fuseli
Una prueba elocuente de esta inquietud irradiada desde Gran Bretaña es que el artista y escritor suizo Johann Heinrich Füssli (1741-1825), educado en los círculos intelectuales más inquietos del incipiente movimiento romántico alemán, se decidiese a instalarse en Londres en 1765, donde se afincó definitivamente, transformando entonces su nombre germánico de una forma más asequible a la lengua inglesa: Henry Fuseli.
Entré 1770 y 1778 estuvo en Italia, donde se decantó por los modelos históricos más acordes con dicho espíritu: el de Miguel Ángel y el de los manieristas más sofisticados del XVI. Comenzó, primero, a dibujar temas sublimes, por lo general, de orientación fantástica y terrorífica, y, después, a pintarlos. La obra de Shakespeare le permite al pintor representar un mundo nocturno con misterio, contrastes de luz y gestos teatrales. Lady Macbeth sonámbula (1781-4).
PINTAR LOS RINCONES OSCUROS DE LA MENTE HUMANA.-El ejemplo más característico de la pintura de Fuseli es el célebre cuadro titulado La pesadilla, pintado en 1771, aunque expuesto en 1782, que produjo un enorme impacto en la sociedad londinense. La representación de una joven y delicada doncella, atormentada mientras duerme por el peso de una bestezuela infernal que oprime su pecho, suponía algo más que una simple escena de terror, al ser una manifestación de los oscuros deseos no satisfechos que se esconden detrás de la atracción humana por lo horrible. Fuseli adelantó las imágenes que, casi un siglo y medio después, explicaría el psicoanálisis de Freud y que entusiasmarían a la vanguardia surrealista.
William Blake
William Blake (1757-1827) también combinó su labor creativa como artista plástico con el ensayo filosófico y, sobre todo, con la poesía, que cultivó con consumado acierto. Pero mientras Fuseli era un hombre mundano y racionalista, Blake fue un visionario y un místico, que creó un complejo universo simbólico personal, mediante el cual expresaba, según él, las claves espirituales del cosmos ocultas en la capa sensible.
Por otra parte, Blake fue un autodidacta en todos los terrenos, lo que, en comparación con el sofisticado Fuseli, da a su obra un aire más fanáticamente sincero.
Desde el punto de vista artístico, Blake cultivó sólo temas sublimes, a través de visiones fantásticas con intención alegórica. Su técnica se basa en un dibujo de contornos marcados y precisos, en los que se revela su formación primera como grabador, dominando en ellos, como suele ocurrir en este tipo de artistas visionarios, lo curvilíneo. Anticonvencional y rebelde por naturaleza, se empeñó en renunciar a los procedimientos pictóricos más usados, prefiriendo la pintura al temple o los grabados coloreados. Apasionado admirador del último Miguel Ángel, se inspiró en su energía sobrehumana, lo que hace impresionantes sus imágenes fantásticas. Sus ilustraciones a sus propios libros de poemas o a los otros grandes poetas del pasado, como Dante, reflejan lo mejor de su producción artística.
John Flaxman
Menos exaltado que los dos anteriores, pero más inmediatamente influyente en el arte de la época, John Flaxman (1755-1826) es el tercer gran representante de esta estética de lo sublime en el arte británico de la segunda mitad del siglo XVIII.
Excelente dibujante y grabador, Flaxman también cultivó con acierto la escultura.
Para hacernos una idea de la importancia de estos tres artistas, digamos que Fuseli influyó en el pintor francés David, mientras que los otros dos, Blake y Flaxman, lo hicieron en Goya.
El paisaje
LO «SUBLIME» Y LO «PINTORESCO», ALTERNATIVAS A LO «BELLO»
Paisaje de imaginación o mero registro de sensaciones naturales, ninguna de estas dos versiones de la interpretación del paisaje, que encarnaron Turner y Constable, cabía dentro de la concepción tradicional. Las obras de estos dos pintores son ejemplos de lo Sublime o lo Pintoresco, dos conceptos estéticos acuñados en el siglo XVIII como alternativos a la convencional idea de lo bello. Lo SUBLIME era el sentimiento, y su recreación artística de la naturaleza como inconmensurable, grandiosa y terrible a la vez, capaz de dejar anonadado al espectador; con lo PINTORESCO, se buscaba captar a la naturaleza en su manifestación espontánea, valorándose en ella lo que tenía de irregular, caprichosa, imprevisible, pero no desde una perspectiva terrorífica,sino agradable, encantadora.
H. M. W. TURNER (1775-1851) y John CONSTABLE (1776-1837) modernizan el paisaje y, en consecuencia, son los precedentes decisivos para el desarrollo posterior del paisaje realista e impresionista europeo, fundamental, a su vez, para el nacimiento de las vanguardias del siglo XX.
Estos primeros paisajistas británicos trataron de conciliar el paisaje del barroco clasicista ( Poussin y Claudio de Lorena) con el realismo de los holandeses.
Turner era más internacional, teatral y audaz, mientras Constable, fuertemente apegado a su tierra natal, era más observador y conciso. Las audacias técnicas e imaginativas de Turner, muy acordes con el espíritu avasallador del romanticismo, sirvieron para franquear las puertas del arte moderno a cualquier licencia experimental, mientras que la aguda observación de Constable proporcionó lecciones muy precisas para captar y representar los efectos más sutiles que se esconden en la visión natural directa, como, por ejemplo, el repiqueteo de la luz, que se expande a través de pequeñas partículas.
• Los pintores de lo sublime: Fuseli, Blake y Flaxman
Los conceptos estéticos revolucionarios de Sublime y Pintoresco, ya citados, fueron determinantes para acabar de una vez con el ideal clásico de Belleza, hasta entonces considerada como el objeto específico de cualquier obra artística. Ambos conceptos, en la medida que legitimaban lo inconmensurable y lo racionalmente desordenado, ayudaron a cambiar el destino del arte occidental, que hasta entonces había estado regido por la medida y el orden.
La discusión sobre estos asuntos ocupó casi todo el siglo XVIII e influyó en los pensadores y artistas de toda Europa; fue en el Reino Unido donde estos temas alcanzaron mayor difusión crítica y, por tanto, ejercieron mayor influencia.
Henry Fuseli
Una prueba elocuente de esta inquietud irradiada desde Gran Bretaña es que el artista y escritor suizo Johann Heinrich Füssli (1741-1825), educado en los círculos intelectuales más inquietos del incipiente movimiento romántico alemán, se decidiese a instalarse en Londres en 1765, donde se afincó definitivamente, transformando entonces su nombre germánico de una forma más asequible a la lengua inglesa: Henry Fuseli.
Entré 1770 y 1778 estuvo en Italia, donde se decantó por los modelos históricos más acordes con dicho espíritu: el de Miguel Ángel y el de los manieristas más sofisticados del XVI. Comenzó, primero, a dibujar temas sublimes, por lo general, de orientación fantástica y terrorífica, y, después, a pintarlos. La obra de Shakespeare le permite al pintor representar un mundo nocturno con misterio, contrastes de luz y gestos teatrales. Lady Macbeth sonámbula (1781-4).
PINTAR LOS RINCONES OSCUROS DE LA MENTE HUMANA.-El ejemplo más característico de la pintura de Fuseli es el célebre cuadro titulado La pesadilla, pintado en 1771, aunque expuesto en 1782, que produjo un enorme impacto en la sociedad londinense. La representación de una joven y delicada doncella, atormentada mientras duerme por el peso de una bestezuela infernal que oprime su pecho, suponía algo más que una simple escena de terror, al ser una manifestación de los oscuros deseos no satisfechos que se esconden detrás de la atracción humana por lo horrible. Fuseli adelantó las imágenes que, casi un siglo y medio después, explicaría el psicoanálisis de Freud y que entusiasmarían a la vanguardia surrealista.
William Blake
William Blake (1757-1827) también combinó su labor creativa como artista plástico con el ensayo filosófico y, sobre todo, con la poesía, que cultivó con consumado acierto. Pero mientras Fuseli era un hombre mundano y racionalista, Blake fue un visionario y un místico, que creó un complejo universo simbólico personal, mediante el cual expresaba, según él, las claves espirituales del cosmos ocultas en la capa sensible.
Por otra parte, Blake fue un autodidacta en todos los terrenos, lo que, en comparación con el sofisticado Fuseli, da a su obra un aire más fanáticamente sincero.
Desde el punto de vista artístico, Blake cultivó sólo temas sublimes, a través de visiones fantásticas con intención alegórica. Su técnica se basa en un dibujo de contornos marcados y precisos, en los que se revela su formación primera como grabador, dominando en ellos, como suele ocurrir en este tipo de artistas visionarios, lo curvilíneo. Anticonvencional y rebelde por naturaleza, se empeñó en renunciar a los procedimientos pictóricos más usados, prefiriendo la pintura al temple o los grabados coloreados. Apasionado admirador del último Miguel Ángel, se inspiró en su energía sobrehumana, lo que hace impresionantes sus imágenes fantásticas. Sus ilustraciones a sus propios libros de poemas o a los otros grandes poetas del pasado, como Dante, reflejan lo mejor de su producción artística.
John Flaxman
Menos exaltado que los dos anteriores, pero más inmediatamente influyente en el arte de la época, John Flaxman (1755-1826) es el tercer gran representante de esta estética de lo sublime en el arte británico de la segunda mitad del siglo XVIII.
Excelente dibujante y grabador, Flaxman también cultivó con acierto la escultura.
Para hacernos una idea de la importancia de estos tres artistas, digamos que Fuseli influyó en el pintor francés David, mientras que los otros dos, Blake y Flaxman, lo hicieron en Goya.
1.-EL ROMANTICISMO
EL ROMANTICISMO
El arte romántico se caracteriza por la actitud de reacción frente al racionalismo optimista de la Ilustración y por la recuperación de lo que los ilustrados habían considerado un lastre para el progreso: religión, tradiciones, instintos, afectos. Estos rasgos comunes de todo el movimiento, al ser interpretados por los distintos pintores y en diversos países, dieron lugar a manifestaciones de carácter muy variado.
LA REVOLUCIÓN LLEGA AL ARTE
• Arte y belleza: cuestiones relativas
El arte producido desde principios del siglo XIX hasta nuestros días, tiene como principal característica, que lo diferencia del anterior arte, no regirse por valores eternos o absolutos, sino por valores constantemente cambiantes, relativos.
El ideal de Belleza, piedra angular del arte hasta ahora, servía para medir y estimar el valor artístico de una obra. Podían variar algunos detalles según se interpretaran las reglas oficiales de la belleza, pero jamás se discutía la importancia de ésta. A partir de ahora la belleza dejará de ser el objeto principal del arte, al ser sacrificada en aras de la verdad o la expresión. Esto significó, entre otras cosas, que el artista podía tratar un asunto repulsivo u horrible, sin perder por ello su condición de tal.
El arte dejó de estar sometido a los ideales de belleza o de moralidad, que obligaban al artista tradicional a crear imágenes ejemplares y armoniosas. Ello no significa que dejaran de existir ciertas reglas, sino que éstas empezaron a cambiar de una forma constante, al dictado de las modas.
• Ser «moderno»
Un arte moderno es el que cambia constantemente porque no cree que haya otros valores más allá del tiempo o la sucesión de modas. Es un arte temporalizado, que valora la calidad de una obra por las innovaciones que aporta y que, por tanto, no tiene reglas fijas, ni se puede prever su curso futuro.
Otro término muy popular entre nosotros es «vanguardia», que, en sentido propio, alude a la parte más adelantada de un ejército, a sus tropas de exploración o choque. Comenzó a usarse en el mundo del arte a partir del romanticismo, y alude a esa voluntad imperiosa de renovación constante, de concebir el arte por su capacidad de ruptura con lo inmediatamente anterior y nada más que por ello. Por eso, desde el romanticismo, vemos como la historia del arte avanza a través de sucesivas rupturas, más o menos organizadas, llamadas «movimientos de vanguardia», cuyo ritmo se hizo cada vez más vivo.
EL ROMANTICISMO, VANGUARDIA ARTÍSTICA
En el estudio del romanticismo hay dos cuestiones que dificultan su definición: su amplitud cronológica y la diversidad de sus manifestaciones.
La extensión en el tiempo del movimiento romántico fue prolongada, ya que, según los países y, a veces, la propia personalidad de los artistas, sus límites se pueden extender desde el último tercio del siglo XVIII hasta casi la primera mitad del XIX, aunque el triunfo social del gusto romántico se sitúa en la década de 1830.
La segunda cuestión, consecuencia de la primera, implica cierta confusión a la hora de definir el romanticismo, pero podemos extraer algunos rasgos comunes:
· Su actitud de reacción frente al optimismo racionalista de la Ilustración. Los románticos rechazaban la idea de que fuera posible para la humanidad llegar a ser definitivamente autosuficiente gracias a la aplicación consciente de las leyes de la razón. Desconfiaban del poder de la sola razón, entre otras cosas, porque creían que en el hombre ejerce una mayor influencia lo irracional, los instintos, los prejuicios, pero, sobre todo, estaban convencidos de que la inspiración artística sólo se producía bajo la influencia de estas fuerzas oscuras.
· Su valoración positiva de las religiones, las tradiciones populares, las costumbres primitivas, los instintos, los afectos, que los ilustrados juzgaban como un lastre para el progreso humano. Llegaron a esta actitud al reflexionar sobre las consecuencias del vertiginoso desarrollo de la Revolución industrial: miseria urbana, deshumanización, pérdida de identidad, desamparo.
· Sentimiento de afirmación de la personalidad histórica de cada país. Esto último era algo muy importante en esta época, cuando se desarrollaba el nacionalismo. Ello llevó a los artistas y escritores románticos a rescatar el mítico pasado histórico de sus respectivos países.
· Interés por civilizaciones y culturas no occidentales, cuyas marcadas diferencias dejaron de considerarse rasgos primitivos de inferioridad para apreciarse como una demostración de la variada riqueza del género humano.
Es difícil definir el arranque histórico de lo que llamamos romanticismo. Por ejemplo, muchos de los artistas de la segunda mitad del siglo XVIII tuvieron rasgos románticos.
Temática
1.-Surge el exotismo de un tiempo pasado, glorioso y misterioso, que incluye desde la antigua Grecia hasta la edad Media, en especial la época gótica. El gótico es el estilo por excelencia. En la pintura se recogen arquitecturas góticas, leyendas, momentos históricos, etc. Pero el exotismo tiene también una vertiente geográfica que incluye el mundo desconocido del norte de África y la nueva América salvaje. Se descubre Oriente, que ofrece la luz y el color, así como nuevos temas : fantásticos, y ,sobre todo, el drama con un obsesivo sabor por la muerte, la noche y las ruinas, así como por los monstruos y las criaturas anormales. Se trata del descubrimiento de la periferia de la cultura europea y de aspectos inquietantes y poco racionales. Y así, para dar satisfacción a este interés por lo exótico, los pintores y literarios británicos se lanzan a la gran aventura de los viajes a Italia y al Oriente Medio y, tras la Guerra de la Independencia, a España
2.-Otro gran descubrimiento del Romanticismo es la Naturaleza y el cultivo del género del paisaje, que será exhaustivo. Se pintan paisajes fantásticos, imaginativos, de estudio, evocados, etc. El pintor se enfrenta a la realidad del paisaje, salen al exterior. Por ejemplo, los paisajistas alemanes, con Friedrich a la cabeza, proponen el paisaje espiritual, que ayuda a la evocación religiosa por medio de su grandeza. Valoran los estados atmosféricos, como la niebla, la tormenta,...
3.-Reivindican la individualidad, el culto al individualismo. El artista prefiere su libertad a la de la colectividad. Por eso son pocos los artistas comprometidos. Por ejemplo Delacroix con la “Libertad guiando al pueblo” donde aparecen pintadas por primera vez las barricadas como testimonio de reivindicación política. Aunque, en general, las reivindicaciones son más exóticas, temas de bandoleros como héroes románticos, etc.
La pintura romántica acoge una gran variedad de temas :
-Lo religioso se encuentra en la obra de los pintores ingleses y alemanes. El sentimiento místico es intenso, mas la intención educativa se ha perdido.
-Lo social es omnipresente. Se observa por ejemplo en la pintura francesa con el entusiasmo revolucionario de Delacroix, y en las ironías de Goya en España.
-La naturaleza aparece misteriosa, tanto en su violencia como en su paz; los animales domésticos (caballos) o exóticos (tigres, leones,...) se hacen un lugar.
-La edad media y el misterio del "Oriente" (Africa del norte).
-La composición se subordina a la vitalidad y energía, y el color se carga de valores simbólicos.
PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LA PINTURA ROMÁNTICA: A partir del siglo XIX hasta hoy la pintura se convierte en la vanguardia de las artes. Este hecho comienza con la pintura romántica, que surge como una batalla contra la Academia.
Las características más sobresalientes de la pintura romántica se resumen en :
* Predominio del sentimiento frente a la razón.
* Exaltación de lo pasional, invocación de lo desconocido y misterioso (la noche, lo tenebroso, lo trágico,..)
* Temática : batallas, amor, odio, desesperación, muerte, suicidio, locura, soledad, misterio, nostalgia de otros tiempos y lugares, aunque también contemporáneos, sobre todo políticos...
* Composiciones dinámicas, con gestos dramáticos y una expresividad subjetiva.
* El color es el protagonista de la pintura romántica, junto al movimiento y la acción.
El arte romántico se caracteriza por la actitud de reacción frente al racionalismo optimista de la Ilustración y por la recuperación de lo que los ilustrados habían considerado un lastre para el progreso: religión, tradiciones, instintos, afectos. Estos rasgos comunes de todo el movimiento, al ser interpretados por los distintos pintores y en diversos países, dieron lugar a manifestaciones de carácter muy variado.
LA REVOLUCIÓN LLEGA AL ARTE
• Arte y belleza: cuestiones relativas
El arte producido desde principios del siglo XIX hasta nuestros días, tiene como principal característica, que lo diferencia del anterior arte, no regirse por valores eternos o absolutos, sino por valores constantemente cambiantes, relativos.
El ideal de Belleza, piedra angular del arte hasta ahora, servía para medir y estimar el valor artístico de una obra. Podían variar algunos detalles según se interpretaran las reglas oficiales de la belleza, pero jamás se discutía la importancia de ésta. A partir de ahora la belleza dejará de ser el objeto principal del arte, al ser sacrificada en aras de la verdad o la expresión. Esto significó, entre otras cosas, que el artista podía tratar un asunto repulsivo u horrible, sin perder por ello su condición de tal.
El arte dejó de estar sometido a los ideales de belleza o de moralidad, que obligaban al artista tradicional a crear imágenes ejemplares y armoniosas. Ello no significa que dejaran de existir ciertas reglas, sino que éstas empezaron a cambiar de una forma constante, al dictado de las modas.
• Ser «moderno»
Un arte moderno es el que cambia constantemente porque no cree que haya otros valores más allá del tiempo o la sucesión de modas. Es un arte temporalizado, que valora la calidad de una obra por las innovaciones que aporta y que, por tanto, no tiene reglas fijas, ni se puede prever su curso futuro.
Otro término muy popular entre nosotros es «vanguardia», que, en sentido propio, alude a la parte más adelantada de un ejército, a sus tropas de exploración o choque. Comenzó a usarse en el mundo del arte a partir del romanticismo, y alude a esa voluntad imperiosa de renovación constante, de concebir el arte por su capacidad de ruptura con lo inmediatamente anterior y nada más que por ello. Por eso, desde el romanticismo, vemos como la historia del arte avanza a través de sucesivas rupturas, más o menos organizadas, llamadas «movimientos de vanguardia», cuyo ritmo se hizo cada vez más vivo.
EL ROMANTICISMO, VANGUARDIA ARTÍSTICA
En el estudio del romanticismo hay dos cuestiones que dificultan su definición: su amplitud cronológica y la diversidad de sus manifestaciones.
La extensión en el tiempo del movimiento romántico fue prolongada, ya que, según los países y, a veces, la propia personalidad de los artistas, sus límites se pueden extender desde el último tercio del siglo XVIII hasta casi la primera mitad del XIX, aunque el triunfo social del gusto romántico se sitúa en la década de 1830.
La segunda cuestión, consecuencia de la primera, implica cierta confusión a la hora de definir el romanticismo, pero podemos extraer algunos rasgos comunes:
· Su actitud de reacción frente al optimismo racionalista de la Ilustración. Los románticos rechazaban la idea de que fuera posible para la humanidad llegar a ser definitivamente autosuficiente gracias a la aplicación consciente de las leyes de la razón. Desconfiaban del poder de la sola razón, entre otras cosas, porque creían que en el hombre ejerce una mayor influencia lo irracional, los instintos, los prejuicios, pero, sobre todo, estaban convencidos de que la inspiración artística sólo se producía bajo la influencia de estas fuerzas oscuras.
· Su valoración positiva de las religiones, las tradiciones populares, las costumbres primitivas, los instintos, los afectos, que los ilustrados juzgaban como un lastre para el progreso humano. Llegaron a esta actitud al reflexionar sobre las consecuencias del vertiginoso desarrollo de la Revolución industrial: miseria urbana, deshumanización, pérdida de identidad, desamparo.
· Sentimiento de afirmación de la personalidad histórica de cada país. Esto último era algo muy importante en esta época, cuando se desarrollaba el nacionalismo. Ello llevó a los artistas y escritores románticos a rescatar el mítico pasado histórico de sus respectivos países.
· Interés por civilizaciones y culturas no occidentales, cuyas marcadas diferencias dejaron de considerarse rasgos primitivos de inferioridad para apreciarse como una demostración de la variada riqueza del género humano.
Es difícil definir el arranque histórico de lo que llamamos romanticismo. Por ejemplo, muchos de los artistas de la segunda mitad del siglo XVIII tuvieron rasgos románticos.
Temática
1.-Surge el exotismo de un tiempo pasado, glorioso y misterioso, que incluye desde la antigua Grecia hasta la edad Media, en especial la época gótica. El gótico es el estilo por excelencia. En la pintura se recogen arquitecturas góticas, leyendas, momentos históricos, etc. Pero el exotismo tiene también una vertiente geográfica que incluye el mundo desconocido del norte de África y la nueva América salvaje. Se descubre Oriente, que ofrece la luz y el color, así como nuevos temas : fantásticos, y ,sobre todo, el drama con un obsesivo sabor por la muerte, la noche y las ruinas, así como por los monstruos y las criaturas anormales. Se trata del descubrimiento de la periferia de la cultura europea y de aspectos inquietantes y poco racionales. Y así, para dar satisfacción a este interés por lo exótico, los pintores y literarios británicos se lanzan a la gran aventura de los viajes a Italia y al Oriente Medio y, tras la Guerra de la Independencia, a España
2.-Otro gran descubrimiento del Romanticismo es la Naturaleza y el cultivo del género del paisaje, que será exhaustivo. Se pintan paisajes fantásticos, imaginativos, de estudio, evocados, etc. El pintor se enfrenta a la realidad del paisaje, salen al exterior. Por ejemplo, los paisajistas alemanes, con Friedrich a la cabeza, proponen el paisaje espiritual, que ayuda a la evocación religiosa por medio de su grandeza. Valoran los estados atmosféricos, como la niebla, la tormenta,...
3.-Reivindican la individualidad, el culto al individualismo. El artista prefiere su libertad a la de la colectividad. Por eso son pocos los artistas comprometidos. Por ejemplo Delacroix con la “Libertad guiando al pueblo” donde aparecen pintadas por primera vez las barricadas como testimonio de reivindicación política. Aunque, en general, las reivindicaciones son más exóticas, temas de bandoleros como héroes románticos, etc.
La pintura romántica acoge una gran variedad de temas :
-Lo religioso se encuentra en la obra de los pintores ingleses y alemanes. El sentimiento místico es intenso, mas la intención educativa se ha perdido.
-Lo social es omnipresente. Se observa por ejemplo en la pintura francesa con el entusiasmo revolucionario de Delacroix, y en las ironías de Goya en España.
-La naturaleza aparece misteriosa, tanto en su violencia como en su paz; los animales domésticos (caballos) o exóticos (tigres, leones,...) se hacen un lugar.
-La edad media y el misterio del "Oriente" (Africa del norte).
-La composición se subordina a la vitalidad y energía, y el color se carga de valores simbólicos.
PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LA PINTURA ROMÁNTICA: A partir del siglo XIX hasta hoy la pintura se convierte en la vanguardia de las artes. Este hecho comienza con la pintura romántica, que surge como una batalla contra la Academia.
Las características más sobresalientes de la pintura romántica se resumen en :
* Predominio del sentimiento frente a la razón.
* Exaltación de lo pasional, invocación de lo desconocido y misterioso (la noche, lo tenebroso, lo trágico,..)
* Temática : batallas, amor, odio, desesperación, muerte, suicidio, locura, soledad, misterio, nostalgia de otros tiempos y lugares, aunque también contemporáneos, sobre todo políticos...
* Composiciones dinámicas, con gestos dramáticos y una expresividad subjetiva.
* El color es el protagonista de la pintura romántica, junto al movimiento y la acción.
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